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INFORME INTERNACIONAL

La mejor opcion es el ALBA

La mejor opcion es el ALBA ALBA: LA MEJOR RUTA PARA LA INTEGRACION

Por: Orlando Oramas León

No es lo mismo un convenio de cielos abiertos entre Nicaragua y Estados Unidos,
que a todas luces favorecerá a las grandes compañías aéreas estadounidenses,
que Cuba y Venezuela den trato preferencial a las líneas aéreas de los respectivos
países, según los principios de la Alternativa Bolivariana para las Américas
(ALBA). Mucho menos es lo mismo que Washington robe con dádivas los mejores
cerebros del continente, a que miles de venezolanos y cubanos se puedan beneficiar
de la cooperación en la salud y la formación de recursos humanos, también por
la vía del ALBA. La propuesta imperial del Area de Libre Comercio de las Américas
(ALCA) es un proyecto de dominación con énfasis en el pregonado libre comercio,
pero con avenida ancha en una dirección y estrecha en la otra. En la agricultura,
por ejemplo, el ALCA propone el tratamiento de los bienes agrícolas como cualquier
bien, sin distinción de ningún tipo. De esta manera, por ejemplo, los centroamericanos
estarán condenados a comer frijoles made in USA, subsidiados por Washington.

Mientras, los campesinos del istmo pasan a engrosar las filas de los desempleados,
van a la economía informal o son súper explotados en las maquiladoras. Eso ya
está ocurriendo. El ALBA propone que las partes se reserven el derecho a establecer
políticas orientadas al fomento de la agricultura pública, con el objetivo de
garantizar el principio de seguridad alimentaria nacional. De manera más extensa
está planteado en el artículo 305 de la Constitución Bolivariana de Venezuela.

En materia de derechos humanos el proyecto de Estados Unidos prioriza las prerrogativas
comerciales sin tener en cuenta las necesidades de las mujeres y hombres, por
encima del destino de los pueblos. Desde el otro lado, el ALBA consigna que
los derechos económicos, sociales y civiles serán interdependientes e indivisibles.

La soberanía e independencia son principios irrenunciables. Pero si el ALBA
es una fórmula para el intercambio y la integración entre pueblos, el ALCA nunca
será vía expedita para ello, sino todo lo contrario. Recuérdese que al pueblo
mexicano se le vendió la idea de que el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) sería la poción mágica para la abundancia
y, de paso, yugular la emigración ilegal hacia Estados Unidos. Pero el NAFTA
empobreció a miles de agricultores del lado sur del río Bravo y todos los años
cientos de indocumentados pierden la vida en el intento de llegar a la tierra
prometida. Y es que si bien a nivel macroeconómico México puede exhibir algunas
cifras de signo positivo, lo real es que ese pueblo carga sobre sí las nefastas
consecuencias de las asimetrías no contempladas en el tratado con Estados Unidos.

El NAFTA es la comprobación del errático historial hacia la integración que
ha vivido Latinoamérica, a despecho del ideario bolivariano y martiano que marcaron
sendas aún por recorrer. Esa meta alcanza un punto importante con la Alternativa
Bolivariana, una propuesta de integración humanista que tiene aplicación concreta
en el convenio suscrito recientemente en La Habana entre los presidentes Fidel
Castro y Hugo Chávez. La formulación de tales mecanismos permite crear ventajas
cooperativas entre las naciones, que permitan compensar las asimetrías existentes
entre los países del hemisferio. Busca construir consensos para repensar los
acuerdos de integración en función de alcanzar un desarrollo endógeno nacional
y regional que erradique la pobreza, corrija las desigualdades sociales y asegure
una creciente calidad de vida para los pueblos. Mientras el ALCA persigue conformar
un bloque bajo la égida y los beneficios de Estados Unidos, su contraparte pone
el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social y por lo tanto
expresa los intereses de los pueblos latinoamericanos. Para ello otorga prioridad
a la integración continental y a la negociación en bloques subregionales, con
el propósito de abrir nuevos espacios de consulta, identificar espacios y alistar
alianzas estratégicas. Se trata en definitiva de un hito importante en la maduración
de las luchas históricas de los pueblos de la América Nuestra, visionada por
Martí, y que tiene en el convenio venezolano-cubano una plataforma de lanzamiento.

A finales del siglo XIX José Martí escribía: 'Hay que equilibrar el comercio
para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir vende a un solo pueblo,
y el que quiere salvarse vende a más de uno. El influjo excesivo de un país en
el comercio de otro se convierte en influjo político'. Ya entonces el Apóstol
de la independencia cubana se adelantaba en el tiempo para alertar sobre las
consecuencias de un tratado como el ALCA. También por aquella época alertaba:
'Lo que Bolívar no hizo está todavía por hacer en América'. La Alternativa Bolivariana,
aún en sus albores, es la mejor ruta para cumplir tal encomienda.

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